Bar La Torre

Bar La Torre

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El Elvis Presley del Camino.
Sinín se instaló hace seis años en un bar de Raliegos (León), donde a ningún peregrino le falta comida y bebida.
"¿Es ésta la casa donde se escribe?", pregunta un peregrino asomándose a la puerta. Aquí es. Ha llegado al bar La Torre, en Reliegos, donde Sinín acoge al caminante en un bar de lo más peculiar. Su excéntrica fachada inundada de pintadas de todo tipo llama la atención de cualquiera que pase a su lado. Hay quien llega, incluso, recomendado por una guía de viajes. Sinín no deja indiferente a nadie. Lleva en este local seis años y, aunque se resiste a extenderse sobre su vida anterior, se confiesa mucho más feliz. "Antes vivía mejor... pero peor, antes iba de traje y corbata... era un tío vividor, esto te llega de repente, es algo que te apetece hacer". La vida del peregrino, de todas formas, no le era ajena. "Siempre que los veía, les daba un trozo de sandía, un poco de lomo... y llegó un día que me dije: '¿Por qué no monto yo algo?'".

Desde entonces, el entusiasmo por convertir en más agradable la estancia del caminante, no ha expirado. A todos saluda con la misma alegría. "Pollo, trucha, ternera, un filete... ¿Te hago una menestra? ¿Una ensalada? Dame cinco minutos". Y el que no quiera gastar dinero, que saque su lata de sardinas o el bocadillo y se acomode en cualquiera de las mesas. "Esto es para que se encuentren como en casa, a mí me da igual que consuman o no". Pero nadie sale con hambre del local. Por 8,50 euros, pocos peregrinos consiguen terminar el menú que prepara Sinín. Él lo hace todo. Atiende, vende fruta, cocina y recibe al recién llegado en varios idiomas. "Es un hombre que sirve para todo", comenta un hombre del pueblo vecino acodado en la barra, uno de los incondicionales. "Yo doy todo de mí para que ellos no se sientan coartados y, si no, el idioma de los gestos es internacional", ríe Sinín.

Texto: Isabel Rodríguez.