Bar La Torre
El Elvis Presley del Camino.
Lo consigue. El extranjero que entra tímido, esforzándose por anudar su mejor español, sale desencajado, riendo, encantado con el propietario. 'La mejor droga es la pasión', reza una de las pintadas. Y Sinín lo ha tomado al pie de la letra. Tras la barra, se mueve enérgico atendiendo cada petición, al tiempo que baila al son de algún tema de Elvis que continuamente suena en el local. Algunos hasta le llaman así. Por fin ha conseguido tener un lugar donde rendir tributo al rey del rock and roll. Junto a fotografías y referencias al americano, una maraña de letras sube por las paredes a modo de enredadera. No es fácil encontrarlo, pero alguno llega buscando palabras que alguien les dejó. "Una mujer llegó y escribió: 'Para mis futuros nietos si alguna vez pasaran por aquí. Era soltera'", cuenta con sorna Sinín.
Verdades como templos plasmadas sobre muros. 'Cuanto más camino, más locos encuentro', sentencia otra. "Yo de todo lo que he visto, el que más me marcó fue Pepe Pedales, un brasileño que iba hasta Sudáfrica en un coche a pedales".
Todos dejan su mensaje y muchos vuelven a comprobar si sigue ahí. Lo encontrarán. El bar La Torre abre todos los días. Sólo se permitió cerrar un día de los seis que lleva al frente. 'Por agotamiento del camarero'', se leía en el cartel que colgó a la puerta. Seguramente, algún peregrino pasó decepcionado. Pero cuidado... otra pintada hecha por él adelanta sus intenciones: "Voy a anunciar mi marcha de aquí, pero no sé cuándo".
Texto: Isabel Rodríguez.